jueves, 18 de marzo de 2010

EL FORTIN DE CAMARON




Estos fortines o nido de ametralladoras fueron construidos para la
vigilancia y defensa de las costas, pero según he leído tuvieron poco
uso, puesto que al construirlo no tuvieron la precaución de dejarles unas salidas para los gases que soltaban las ametralladoras al disparar, así que cuando lo probaron por poco si se mueren los que estaban dentro a consecuencia de la acumulación de gases.
Así que a quien mejor le vino los fortines fueron a los niños de nuestra época que nos servia, para muchos sábados después de comer ( y mas que nada en la primavera), irnos a jugar a los cerros de camarón y meternos en el fortín cuando aun estaba dentro de lo que eran las dunas y allí jugar a la guerra y esperar mirando por las troneras de las ametralladoras que vinieran esos barcos que nosotros esperábamos con nuestras cañas como fusil, para repeler el ataque de esos barcos imaginarios que nos vendría por la playa.
Todo eso era mientras nos no saliera un personaje, que era el que mandaba en todos los cerros de camarón y que mas de una vez salía detrás de nosotros, y otras veces nos contaba cosas de esa guerra civil que le toco vivir.
Muchos de aquí de Chipiona, ya sabrán al personaje al que me refiero, ese no era otro que el famoso y veterano legionario “Murillo”.


4 comentarios:

MAMÉ VALDÉS dijo...

Estos fortines los hicieron los prisioneros de la guerra civil. Lo de los gases de las ametralladoras no lo había escuchado nunca, ya en esos tiempos habían personajes que se "comían" el presupuesto del estado, sin tener ni idea de lo que estaban haciendo, un saludo.

ARO dijo...

Esas historias infantiles son entrañables. Batallitas de la guerra en todas partes ha habido personajes que las contaban: en mi pueblo, las contaba un hombre al que llamaban "Currichín".

Maripaz dijo...

Tus escritos contienen siempre mucha sabiduria popular. Me gusta leerte...
Eres genial...

Paco dijo...

Yo conocí al viejo legionario y fui a su entierro. El día que falleció los cañaverales de camarón parecía que querían salir volando junto a los aullidos lastimeros del perro vagabundo que vivía en la venta.
A su entierro acudieron muchos militares con estrellas. Siempre me intrigo este personaje de Chipiona y de sus historias cuándo no andaba con la torrija que le solía acompañar.