jueves, 18 de febrero de 2010

COMUNION ACIDENTADA


Antiguamente unas de las costumbre u obligaciones de las iglesia, era de que las mujeres tenían que llevar un velo negro puesto en la cabeza cuando iban a misa, el cual era de un tejido muy fino con muchos dibujitos y encajes, y se lo aguantaban con unas horquillas al pelo.

Por regla general la misa siempre la ayudábamos dos monaguillo, por que antes tenía mas faena las misas que ahora, teníamos que mudar el misal de un lado para otro, teníamos que llevar las vinajeras, levantarle la casulla en la consagración, etc. etc.

Cuando llegaba la hora de la comunión y éramos dos los que estábamos ayudando la misa, uno cogia la patena y se ponía en la parte derecha del cura, para ponérsela a los que iban a comulgar debajo de la barba, y el otro con una palmatoria con una vela encendida, se ponía en la parte izquierda.

Pero cuando le tocaba ayudar la misa a uno solo, pues tenia que hacerlo uno todo, así que cuando llegaba la hora de la comunión, tenía uno que ponerse en la parte izquierda del cura cogia la patena con la mano izquierda y con la derecha cogia la palmatoria, de forma que la mano izquierda con la patena iba por debajo, y la mano derecha con la palmatoria iba por encima, formando como una especie de X.

Las mujeres para comulgar se ponían de rodilla todas muy juntas, en un reclinatorio grande de hierro que estaba debajo del altar, el cual tenia el mismo dibujo que tienen las barandillas del altar mayor, y en el que cabían cinco o seis personas.

Pues estando un día yo solo ayudando a la misa llego la hora de la comunión, y coji mis avios, que eran la patena y la palmatoria, y nos fuimos para bajo donde ya estaban todas las mujeres de rodillas en el reclinatorio esperando para comulgar (por regla general casi todas eran mujeres)

Que pasó que como estaban todas tan juntas unas de las veces que fui a ponerle la patena a una debajo de la barba, a la que estaba al otro lado le metí fuego al velo con la palmatoria, no vea la que se lió, pues al estar tan juntas y los velos que ardían como la tea, por poco me cargo a todas las que estaban comulgando, menos mal que las misma que estaban detrás le pudieron quitar los velos de un manotazo, si no se lía la de San Quintín. Así que ese día termine en el rincón castigado. “Pero yo me harte de reír… je, je, je je”,

2 comentarios:

MAMÉ VALDÉS dijo...

Tu infancia estaría inspirada en las películas de Los Hermanos Marx, porque no tiene otra explicación, cada día sería una aventura para tí y un suplicio para la gente que te rodeaba, cuando te veían pensarían que nueva travesura realizarías hoy. P.D. (CUELGA LAS FOTOGRAFÍAS ANTIGUAS QUE TIENES)

Maripaz dijo...

Jajajajaja, eres genial...

Tienes unas aventuras muy divertidas de tu niñez. Ma haces reir mucho.

¡GRACIAS!